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La libertad de expresión no nos hace libres


En mayo de 1960, en mi país de origen, tras dieciocho meses de constante efervescencia política, el gobierno anteriormente surgido de las armas forzó el cierre de todos los periódicos excepto el del gobierno. No fue sorpresa. Semanas antes el aventajado discípulo de Mussolini, en uno de sus tantos largos discursos frente a la masa hipnotizada, refiriéndose a los Diarios había dicho con voz furiosa: “Critíquenme todo lo que quieran, pero durarán lo que un pastel a la puerta de una escuela”. Y así fue.

Aún a mis trece años sentí el peso de la entrada al silencio. Los discursos que escuchaba siempre completos continuarían con la misma frecuencia, pero al día siguiente ya no llegaban los diarios que analizando el discurso del día anterior señalaban los abusos y errores del régimen y la paulatina pérdida de libertad. Quedé marcado por el antes y el después. No podría volver a escuchar la palabra “revolución” sin sentir aversión y quedé convencido de que la libertad de expresión, sobre todo el derecho a expresarse libremente en los medios era el pilar central de la libertad y lo principal que había que cuidar y defender a toda costa. Pero estaba equivocado…

En Guatemala, el siete de mayo de 2011, en el kilómetro veintinueve y medio de la ruta CA-2, en jurisdicción de Río Bravo, M. de Jesús fue detenido mientras se conducía en un vehículo tipo pick up, en cuya palangana los agentes detectaron un compartimiento en el que se ocultaban dos millones setecientos diecinueve mil novecientos sesenta dólares de los Estados Unidos de América, por lo cual fue procesado y condenado a siete años de prisión inconmutable. El procesado, alegando no haber cometido delito, entre otras razones porque no se había probado que el dinero “ocultado” proviniera de un delito previo, , apeló y el caso llegó eventualmente a la Corte Suprema.

 Si bien la ley de “Lavado” promulgada con el tráfico de drogas en mente se refiere a dinero proveniente de delitos, la Corte resolvió que la fuente ilegal del dinero Y su conocimiento por el acusado no tenía que ser un hecho probado, sino que podía “inferirse de las circunstancias objetivas” y que era al acusado a quien le correspondía probar la fuente legítima.

Sin enredarnos en los argumentos de doctrinas, tratados y convenciones que sobrepasan nuestro conocimiento técnico, el asunto es un viejo y permanente dilema en toda sociedad: Si hacemos leyes protectoras de los inocentes dificultamos la condena de los culpables, pero si hacemos leyes que facilitan la condena de delincuentes, facilitamos la condena de inocentes. Esa es una de las razones por la cual es un principio básico del Derecho, que la prueba corresponde al acusador, a lo cual podemos agregar una ley de la vida, atribuida a un ingeniero llamado Murphy que asegura que de ser posible que algo malo suceda, podemos estar seguros de que sucederá.

En julio de 2022, el director y fundador del diario El Periódico fuerte crítico del gobierno pasaba por dificultades financieras y obtuvo unos Q 300,000 (unos 37,000 USD) para solventar su crisis. El dinero puede haber provenido de un benefactor que deseaba permanecer anónimo como creo dijo al principio o de la venta de un cuadro como dijo después, pero suponemos que, partiendo del hecho que el dinero no procedía de ilícito alguno, consideró que el ingreso del dinero a su diario era un problema contable, resolviendo con sus consejeros registrar el ingreso como una venta de publicidad, falsedad que complicó con un movimiento bancario tipificable, caso la fuente del dinero fuera ilegal,  como delito  de “lavado“.  

Los jueces de este caso, basándose en la sentencia del caso de M de Jesús, y utilizando la facultad discrecional sustentada en el mismo, decidieron que la fuente del dinero era ilícita pues a criterio de ellos, de no haber sido así, no habrían decidido “lavarlo” y que el Sr. Zamora no había probado lo contrario.

Cabe preguntarnos si un jurado de doce ciudadanos comunes hubiera unánimemente decidido lo mismo, pero no estamos en Estados Unidos o Inglaterra. Tampoco estamos en Alemania donde a los jueces profesionales se agregan jueces “legos” para la decisión de culpabilidad. Acá, la opinión de dos de tres jueces es suficiente para determinar la culpabilidad y dictar una sentencia que puede cambiarle la vida a cualquiera, inclusive en este delito, a acusados que se les dificulte probar su inocencia.

Zamora fue condenado a seis años de prisión inconmutables.  La sentencia a todas luces barbárica es sin embargo la menor que nuestra ley permite para este delito, grandiosamente definido como “contra la economía nacional y el sistema financiero guatemalteco “.  De haber querido, el tribunal hubiera podido condenarlo a 20 o 40 años como pidió el MP. La ley establece una proporción entre la multa y el monto “lavado”, pero no entre ese monto y los años de condena. A la fecha el periodista Zamora permanece en prisión, lo cual es una vergüenza nacional.

Los días 6 y 13 de marzo 2023, el candidato a Presidente Edmond Mulet dio conferencias de prensa en las cuales explicó una petición que había presentado en defensa de varios periodistas del diario de Zamora. Estos periodistas enfrentaban acusación de obstrucción de justicia por haber publicado artículos y notas en defensa de Zamora y en contra del MP (1). Pocos días después, el 20 de marzo, señalando y basándose principalmente en dichas conferencias de prensa, la Fiscalía Especial Contra la impunidad (FECI) del MP, también solicitó antejuicio contra el candidato para investigarlo y acusarlo del posible delito de conspiración para la obstrucción de la justicia.  La causa principal de estas múltiples acusaciones de” obstrucción de justicia” no es la existencia de un fiscal demente, capaz de acusar a alguien e “falsificar su propia firma”, sino la ley.

La Ley Contra la Delincuencia Organizada podría tal vez decir, aparte de lo que pudiera establecer al respecto de testigos, ocultación de evidencias y demás, que comete obstrucción quien utilizando medios ILEGALES intente influenciar la actuación de la justicia, pero no dice eso. Dice (resumimos el inciso “b” del Art #9 que suponemos es la base de estas acusaciones) que comete obstrucción “Quien DE CUALQUIER FORMA amenace o coaccione a algún miembro del…  Ministerio Público…, con el fin de influir en su comportamiento…“en el cumplimiento de sus funciones.  Siendo así, cabe la pregunta: ¿Puede un fiscal decir que se siente amenazado o coaccionado por quien en conferencia de prensa le reclama su actuación? Pues sí, puede, con lo cual se vuelve ilegal y delito penal, abrir la boca. También podemos suponer que una fiscal general puede sentirse muy amenazada cuando un presidente de la República le pide pública y reiteradamente que renuncie… pero esa preocupación se la dejamos a otros…

Hay quienes mantienen que nuestras leyes no son problema, sino las personas. Y claro que quienes actúan son las personas, pero lo hacen porque pueden. La ley establece los delitos de los ciudadanos y el poder de los gobiernos. Los hechos narrados y otros, así lo señalan. Si en recientes elecciones se eliminaron candidatos es porque la ley lo permite.  Sin los jueces pueden ser controlados es porque la ley lo facilita. Sí, como tanto se dice, hubo una conspiración o pacto para mantener el poder, esto no fue un hecho insólito logrado por la existencia irrepetible de una mente maquiavélica superior, sino porque los medios para hacerlo estaban y siguen estando ahí.  A los conspiradores solo les faltó un candidato un poco más carismático que hubiera podido captar unos votos más. La próxima vez puede ser diferente.

El comunismo murió en Rusia y Europa por inservible, aunque aún vive en la mente de funcionarios chinos y cubanos, pero los autócratas permanecen en todas las latitudes, nos rodean y adaptan y mejoran discursos de diversas tendencias. Tenemos que mejorar las leyes que norman nuestro sistema político antes de que sea muy tarde para asegurar nuestra libertad. ¿Cuál libertad? La libertad a la cual aspiramos y que medio-tenemos. La que señala el historiador Stephen Kotkiin, surgió tras la segunda guerra mundial en Japón, Alemania Occidental y demás países que, por su respeto al libre mercado y la propiedad privada llamamos “capitalistas: “Verdadera libertad, el tipo de libertad sustentada por el orden constitucional. El imperio de la Ley, la judicatura independiente, servidores públicos competentes e imparciales y Parlamentos que funcionan”(2).

Sabemos dónde estamos y sabemos a dónde nos conviene llegar, pero nada se hace para movernos. La ley que establécela impregnable inamovilidad de la jefe del MP no se cambia por una mejor, no por evitar lo malo de las leyes “casuísticas” sino porque algunos diputados se sienten protegidos por la Fiscal actual y otros quieren mantener el mal diseño para cuando le toque a su partido escoger a ese Leviatán. Por otro lado, cambiamos jueces con la frecuencia y facilidad con la que cambiamos llantas a nuestro auto. Producimos “jueces casuísticos”.

Buenos jueces y buenas leyes es lo que nos mantienen libres. Malas leyes y malos jueces nos roban derechos y libertades. Leyes, aclaramos, son la constitución, las leyes, los tratados, los precedentes y más. Jueces son los jueces y Magistrados, que al final no son más que jueces mejor pagados. Buenas leyes no son las que nos “garantizan” quince días de vacaciones sino las que entre otras cosas limitan el poder del gobierno sobre los ciudadanos, aunque el gobierno sea legítimo y su respaldo mayoritario.

Buenos jueces no son solo los que no se venden, sino los que además de eso, conocen la ley a profundidad e Insensibles a halagos o críticas, buscan establecer la verdad y a la hora de sentenciar son capaces de dejar a un lado sesgos de todo tipo, atreviéndose a ir más allá de lo claramente escrito en ley, solo para defender principios universales del derecho, pudiendo tal vez también, con cautela y sabiduría mostrar piedad o dureza cuando así corresponde. Mucho pedir de un ser humano, pero si esa no es la aspiración de esa vocación, entonces ¿Cuál?

Cuando se vive la pérdida de la libertad es fácil confundir el final con el principio y lo visible con lo importante. Por eso es que tiempo atrás sobrevaloré la libertad de expresión. La realidad es que la libertad de expresión no nos hace libres. Un esclavo no se vuelve libre porque se le permita refunfuñar mientras cumple las órdenes de su amo, pues lo que lo esclaviza es la existencia del amo, sus leyes y sus jueces. Inclusive, como en el caso del esclavo, en ocasiones esa libertad puede ser solo un engaño, un desahogo permitido para evitar la insurrección, como lamentablemente, salvo un milagro, volverán a constatar los venezolanos próximamente. A pesar de lo anterior, es una libertad temida y restringida por los tiranos porque puede servir para organizar la oposición y visibilizar la verdad, pero esos limites y restricciones requieren de leyes previas.

No intentamos minimizar la importancia de la libertad de expresión, que debemos apreciar y defender, pero sencillamente no es el pilar que sostiene la libertad, más bien es la consecuencia de ser libre. Es una libertad que nutre y se nutre de las demás libertades y suele ser, no la primera sino la última que se pierde, cuando ya es muy tarde.  Los pilares principales que sostienen la libertad y que hay que defender desde un inicio y a toda costa son las buenas leyes y los buenos jueces. Cada uno por si solo es inútil, pero ambos juntos son la fuente de la libertad y la clave para la paz y el progreso.

Es obvio que tenemos defectos sistémicos que facilitan la pérdida de la libertad y la toma del gobierno por autócratas y maleantes de cuello blanco. Notablemente leyes mal redactadas, sentencias con poca visión de consecuencias y una inestabilidad laboral perjudicial para la judicatura, pero, aunque pareciera que nos contradecimos, sería ingenuo visualizar y tratar la crisis que vivimos en este momento histórico, solo desde el punto de vista sistémico o de diseño institucional. Si ignoramos el motor de la crisis la teoría colisiona con la realidad.

 El 29 de diciembre de 1996 se firmó la paz en Guatemala. Unos la vieron como una paz de “borrón y cuenta nueva”. De esa fecha en adelante se respetaría la vida, la ley y la democracia y se viviría en paz.  Pero otros vieron esa paz como injusta y una traición a su lucha. Decidieron trabajar por la paz que querían.  Enfocados en el MP y la judicatura, trabajaron por años y han tenido sus éxitos. El juicio a Ríos Mont despertó a quienes vieron esa nueva paz como injusta, una traición a su lucha.  Decidieron trabajar por la paz que querían usando cualquier medio y enfocados en el MP y la judicatura han tenido sus éxitos. Así la paz se volvió guerra, y es ahí donde nos encontramos ahora, en medio de una lucha por definir y ganar la paz. Un conflicto que no puede resolverse arreglando “el sistema”. Un conflicto DENTRO DEL cual la víctima principal ha sido el MP y la judicatura y el beneficiado principal la corrupción gubernamental.

Todos sabemos que los conflictos y las guerras se terminan con acuerdos. Con buenos acuerdos. Los malos acuerdos como el de la primera guerra mundial pueden traer otra guerra. Nuestro mal acuerdo ciertamente silenció las armas, pero trajo “El péndulo de las venganzas”. Pareciera que necesitamos un nuevo acuerdo, una ley valiente que logre combinar alguna mezcla de justicia y pragmatismo generalmente satisfactorio para que ponga fin al conflicto y nos permita avanzar hacia el futuro, aunque la discusión sobre su conveniencia o sabiduría permanezca por siempre. Lamentamos predecir que eso no sucederá y que cada uno continuará luchando por su versión de la paz, poniendo en peligro la libertad y dificultando la solución de otros múltiples problemas durante los próximos diez o quince años. Ya veremos que viene a corto plazo.

A pesar de lo anterior, creemos que sin importar la inclinación ideológica de cada uno, todos deberíamos estar un poco más relajados y un poco más contentos, ya que, sea por casualidad o por suerte, aun los que no pensábamos estar en peligro podemos reconocer que en la reciente elección, el país ha esquivado una bala. A su vez, eso no evita la tristeza de entender que el destrozo a nuestra defectuosa judicatura ha sido un suicidio social cuyas consecuencias perdurarán por mucho tiempo, y de todos nuestros errores, el peor

El 14 de octubre de 2020 se localizaron maletas llenas de dinero nacional y de Estados unidos que sumados totalizaban el equivalente de unos ciento veintidós millones de Quetzales (Aprox. 15,000,000.00 USD) dentro de 22 maletas en una casa cuyo inquilino era el exministro de comunicaciones José Luis Benito, quien, al enterarse del allanamiento, inmediatamente se dio a la fuga, permaneciendo escondido hasta el 22 de enero de 2024, fecha en la cual se entregó a “la justicia”. Aunque su procesamiento aún no ha terminado, es casi una certeza que saldrá libre próximamente, ya que fue sometido a juicio el 9 de febrero y condenado a solo dos años de prisión CONMUTABLES. En nuestro país las penas de prisión que no excedan de cinco años pueden “pagarse” con dinero.  

Para lograr continuar su vida sin mayor problema, el Sr. Benito no tuvo que cooperar con la justicia revelando la exacta procedencia de los fondos y su destino. -No tuvo que dar nombres de otros implicados. No tuvo que revelar los procedimientos que se han utilizado para saquear al estado. No tuvo que proporcionar información que facilitara perseguir a otros culpables y establecer protecciones para evitar repeticiones. No tuvo que revelar ni reveló nada. La juez modificó la acusación a “intento” y el aceptó el cargo. Pagará una multa e irá a su casa. Nada dijo y nada sabremos jamás. Quince millones de dólares en efectivo. veintidós maletas.

Guatemala 24 de marzo 2024, Enrique Maza Zayas

Notas:

  • (1) El 8 de enero 2024 la Juez Aurora Gutiérrez, del Juzgado Quinto Penal, resolvió que el caso en contra de los seis periodistas y dos columnistas no podía continuar dilucidándose por la vía penal sino por un Tribunal de Imprenta debido al privilegio que la Constitución de Guatemala otorga a los periodistas. El Ministerio Público apeló, pero su apelación fue rechazada el 19 de marzo 2024 por la Sala tercera de la Corte de Apelaciones. A la fecha el proceso continúa,
  • (2) Stephen Kotkin, Conferencia: “Spheres of Influence II”, Institute for Human Sciences, Viena, 19 de abril 2017.

Post date: 2024-03-26 00:40:44
Post date GMT: 2024-03-26 06:40:44


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