Un asunto pequeño
La ruta de regreso del trabajo me lleva a entroncar la vía auxiliar de a la Avenida La Reforma en dirección norte, tomando un cruce sesgado a la derecha bajo el semáforo de la 4a calle zona 10. Asumo, por venir de la Avenida, tener preferencia sobre la vía auxiliar por donde fluye un nutrido tráfico de dos carriles que a su vez puede seguir recto o cruzar a la izquierda unos metros después. Este triple cruce es complicado, pero un asunto adicional lo vuelve peligroso. Resulta que los que transitan por los carriles auxiliares, pensando lógica pero erróneamente que la luz verde que ven les otorga la vía, se sienten agredidos por los que, para su sorpresa, nos incorporamos al auxiliar desde su izquierda. Si no hay accidentes se debe a que los vehículos que vienen de La Reforma bajan velocidad para cruzar y tienden a cederle el paso a la doble fila del auxiliar.
Sin restar mérito al progreso que las diversas PMT han logrado, cabe señalar que este cruce está lejos de ser el único lugar que contribuye a crear conflictos en lugar de eliminarlos. En especial, principalmente fuera de la capital se han construido pasos a desnivel rodeados por un carril auxiliar. Cuando el tránsito se dificulta los pilotos ven una disyuntiva que no debería existir. Pueden seguir con “los tontos” haciendo cola en los carriles principales, o irse con “los listos” por la derecha, para adelantarse unos cuantos carros y luego meterse, “con permiso” o a la fuerza, de regreso al carril principal, una acción conflictiva que atrasa aún más al tráfico que permaneció en la vía correcta. En la ciudad hay carriles de cruce obligado que también se utilizan para adelantarse a las colas, siguiendo recto con total impunidad. Ni hablar de los sustos y altercados que causan las decenas de carriles que repentinamente desaparecen.
Un asunto no tan pequeño
Al señalar la situación de La Reforma, corro el riesgo de que la PMT opte por una solución que dificulte mi regreso a casa. Por otro lado, de no hacerlo, puede que tras algún roce o golpe, un estresado conductor, armado y seguro de tener la razón, mate a tiros a otro que también estaba seguro de tenerla. Salvo una excepción así, los conflictos de transito son menores comparados con los demás que tenemos, pero ilustran muchas situaciones no relacionadas al tráfico donde, por desconocimiento, falta de leyes, sistemas mal diseñados o falta de voluntad de las autoridades, se producen conflictos entre grupos o individuos seguros de tener la razón o de poder imponerse, y que erróneamente achacamos a nuestra idiosincrasia o a diferencias culturales.
El caso del cruce ilustra un problema de falta de claridad o conocimiento de la norma. El uso del carril de cruce para adelantarse a la cola, la falta de voluntad o capacidad de “enforzar” la ley, usando una palabra que no existe pero que necesitamos. Lo de los pasos a desnivel es más complejo. Primero, como sucede con algunas leyes, se han creado estructuras que propician comportamientos no deseados. Segundo, hay comportamientos no prohibidos, que aparentan resultar del libre consentimiento de los involucrados, pero que causan suficiente enojo, frustración o resentimiento para provocar conflictos y requerir de regulación. Tercero, tratar de regular el comportamiento resultante de un mal diseño creando más normas es impráctico, sea un paso a desnivel, las comisiones de postulación o la regulación de las campañas políticas, para estos la soluciones comienzan por aceptar que hay que rediseñarlo todo.
Las normas de convivencia son restricciones que inciden y se entretejen con nuestros derechos y debemos estar vigilantes para evitar que resulten en el deterioro de nuestra libertad, pero no debemos tener miedo de regular lo obviamente necesario. Quien se siente indebidamente limitado, agredido, irrespetado o estafado y a la vez indefenso bajo la ley, verá en la violencia su único recurso. Necesitamos de orden y de leyes para vivir felizmente en sociedad, e inclusive para progresar. Reglas y estructuras bien pensadas, analizadas a profundidad en todas sus posibles consecuencias antes de ser implantadas, para que sean adecuadas y justas, comprendidas y aceptadas, y que puedan ser y sean, “enforzadas”, ya sea que hablemos del tránsito o del uso de las aguas de los ríos.
Enrique Maza Guatemala, 6 de Mayo 2015.