“Caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo bien hecho” Augusto, primer emperador del Imperio romano
La historia
La gente estaba harta desde hacia tiempo y la CICIG reventó el globo. Ya era demasiado. Por eso salieron a la calle, no los que estaban dormidos, sino los que debido a sus obligaciones de trabajo y familia tienen poco tiempo para dormir o protestar. Protestaron por dos cosas, solo dos, bien puntuales y específicas: la corrupción impune y el no sentirse representados por político alguno. Pero una cosa es el “que” y otra es el “como”. Tocaba a las élites, a políticos, asociaciones y formadores de opinión transformar esas quejas en propuestas de solución. Nos fallaron miserablemente. Como era de esperar, el Congreso, siendo más parte del problema que de la solución, en lugar de hacer su parte solicitó que se les dieran las soluciones que ellos deberían implementar. Los otros, en lugar de producir propuestas que abordaran y respondieran directamente las quejas, decidieron no desaprovechar “la oportunidad”. Desempolvaron sus más viejas ideas, sueños, intereses, resentimientos y aspiraciones, y las presentaron como lo demandado por el clamor popular.
La Asociación Esquipulas llamó a lo mismo, y como nadie es profeta en su tierra, trajeron a un experto para aconsejarnos. El experto señaló acertadamente que los cambios necesitaban de liderazgo y propuso, como estrategia, que el TSE asumiera ese rol. El TSE aceptó. Pero los del TSE no estaban a la altura. No era su tarea, ni tenían vocación o tiempo para ser legisladores. Antes ya habían demostrado su debilidad frente a la más mínima presión mediática. Eficientemente redactaron textos para múltiples cambios específicos y pasaron la brasa al Congreso.
Alguna voz debió advertir que la responsabilidad del liderazgo estaba en encontrar soluciones, no en recopilar las ocurrencias de todos, mezclarlas técnicamente y presentarlas en un plato, como un buen fiambre chapín. Alguien debió advertir que la inefectividad milenaria del combate a la corrupción requeriría de cambios estructurales a pensar y debatir, o tal vez de un enfoque nuevo, y que el asunto de la representación presenta complejidades a entender y debatir con mucho más cuidado, pues todas las opciones tienen sus efectos secundarios. Si alguien lo dijo, no se le oyó, y hoy vamos hacia cambios que no guardan relación alguna con los justos y específicos reclamos de los manifestantes.
¿Cuál Reforma?
A semanas de la elección, hubiera esperado que algún astuto candidato a diputado, con o sin convicción alguna, hubiera visto el caudal político disponible y se hubiera ganado el apoyo de quienes esperan una voz, y que sin ser mayoría le podrían aportar una base política sólida y duradera en más de un distrito. Pero no ha sucedido. Los partidos no han sacado ni siquiera un volante barato con la lista de sus candidatos distritales, mucho menos una idea del compromiso de estos sobre las reformas. Tal vez alguno se atreva, aun hay tiempo. Pero por favor, no nos traten como tontos, no necesitamos que nos reciten los nombres de las leyes cuya modificación apoyan, sino que se pronuncien claramente al respecto del contenido de estas.
Continuará…